"Hace ya muchos años que busco la jusicia sin encontrarla"
El muchacho caminaba hacia un arbol en la ciudad, arrastrado por una ineludible senzacion de que debia estar ahi. No recordaba su nombre ni sabia donde estaba. Solo habia abierto los ojos y se habia topado con la imagen de un hobre de unos treinta o cuarenta años en silla de ruedas y lo habia visto entrar al interior de un edificio.
Dentro de un edificio, la voz de Clarence sonaba vivrante pese a los años transcurridos. El se hallaba tras las puertas de Kafka, dentro del tibunal mayor de justicia. Con grandes esfuerzos habia logrado transferir su cuerpo de la silla de ruedas a la que habia sido confinado hacia varios años la criptica y extraña silla donde se sentaban aquellas personas que pretendian ser escuchados por la justicia.
"En mis años jovenes, sera esto hace unas dos decadas, desee una manzana del arbol central, y de pronto fui fulminado por un golpe de una vara de algun cobarde que desaparecio despues de azotarme. El golpe fue, sin embargo, suficiente para romper mi espalda y dejarme en el estado en que ustedes me encuentran. Desde entonces decidi buscarlos a ustedes y me sente frente a las puertas de Kafka, aguardando meses, semanas y años con tal de poder ser recibido..."
El muchacho caia de un arbol.
En este punto, la narracion fue suspendida por el sonido de un grito y lo que parecia ser un bulto que caia. La Justicia pregunto a Clarence si queria ir a revisar que podia haber sido, pero el se nego firmemente.
"¿Por qué tendria yo que preocuparme por un sonido o alguien que sufre y no me atañe? nadie se ha preocupado por mi hata ahora mas que yo. Incluso en estos momentos estoy sentado en una silla patetica y misera de madera cuando deveria estar en un mueble de mejor calidad."
El grito y el golpe sonaron de nuevo con la misma claridad. La justicia ante esto repitio su pregunta a Clarence, y al recibir la misma respuesta, procedio a cuestionar a este sobre sus recuerdos del arbol. Este le repuso que el arbol era el mismo que se encontraba en la plaza central, de unos doce metros de largo, hojas vivas y del cual procedian manzanas de la mas alta claidad. El no menciono el hecho de que era prohibido para los ciudadanos bajo cualquier pretexto.
Pues bien Clarence, El arbol central se encuentra prohibido por la simple razon de que fu tejido con el mismo material del que provinen los sueños, y de el se hizo la silla en la cual te encuentras sentado, y por tanto estan conectados. Todo lo que nos relatas sucedio varias veces en este mismo momento, buscaste a la justicia por tntos años sin saber que ya la habias encontrado. Fue nuestro largo brazo el cual te confino a esa silla hace tantos años, y tambien fue tu arrogancia, misma que te impidio ayudarte incluso ahora, pues rehusaste ver que sucedia en el exterior.
Clarence no pudo ocultar lagrimas de ira y deseperacion mientras todas las luces se apagaban.
Cuando abrio los ojos se encontraba tendido en el pasto, incapaz de mover la parte inferior de su cuerpo y aun cubierto en lagrimas.
Saturday, August 1, 2009
Monday, June 29, 2009
Vacio (Parte 2)
Una vez mas, mi mente se convirtió en un caos de preguntas hasta llegar a una cuestión primordial: ¿Cómo llegue a este lugar?
Mis últimos recuerdos me centraban en la ya mencionada biblioteca de mi casa, frente a un apacible fuego y con un libro entre mis dedos. De forma cómica me di cuenta de que era incapaz de recordar al autor o el titulo del libro que sostenía antes de caer en este estado de inexistencia pura.
Recupere el dominio de mi mismo, decidido a encontrar una salida de este lugar, o al menos conseguir desplazarme y hacerme una idea de la situación verdadera en la que me encontraba.
Comprendí que necesitaba saber si este “lugar” era finito o infinito, si era todo lineal o estaba constituido por desniveles o cualquier otro rasgo que le diera un sentido más normal para mí.
Recuerdo que cuando comencé a desplazarme me concentre en mis viejos volúmenes, tratando de encontrar analogías para lo que yo estaba pasando. Recordé la Comedia de Alighieri y pensé en el Torbellino del Tercer Circulo del Infierno. Pensé también en el Descenso del maelström de Poe, y pensé también que estos dos eran preferibles al vacio total. Esta carencia total de sentido, forma y aun mas, de esperanza, eran insoportables.
Hubo entonces súbitamente una alteración en la estructura del lugar. Primero sobrevino un temblor, y por unos instantes temí que la superficie donde me encontraba se desplomara. No habiendo terminado este pensamiento, una grieta vino a fracturar el terreno, por donde caí hasta sentir una ráfaga sulfurosa en el rostro, la cual tomo una fuerza demoniaca hasta que me di cuenta de que ahora yo me hallaba dentro del Torbellino. Los minutos y las horas parecieron sucederse de manera indiferente hasta que me vi sumergido en la inconsciencia.
Cuando volví a abrir los ojos, el viento se había detenido y me encontraba de nuevo en tierra firme. No tenía noción alguna del tiempo, por lo cual daba igual si habían pasado las horas los días o los siglos en aquel vacio. Por vez tercera mi mente volvió a mi biblioteca, esta vez a temas mas recientes sobre la relación espacio-tiempo de Einstein… y esa endemoniada pregunta… ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
Como respuesta a mi pregunta, a una gran distancia apareció de la nada un enorme péndulo hecho de lo que parecía ser Ónice, que comenzó a ondear de izquierda a derecha con un Tic-tac incesante que pronto se convirtió en un tormento para mis oídos. Los segundos se sucedían eternos…comencé a contar, presa de una especie de locura…uno, dos, tres, cuatro, cinco, diez, veinte, cincuenta, cien, doscientos, quinientos, mil, dos mil, cinco mil… debo de haber perdido la cuenta cerca de este punto, pues pronto aquel sonido, aquel golpeteo de ese péndulo insoportable se convirtió en algo tan monstruoso que no poda tolerarlo mas, esa vez sentí que prefería la nada a el paso inexorable de la eternidad en esa nada, tal vez el hallarme suspendido eternamente en esa negrura, pero inconsciente e ignorante de esto, podría ser mas tolerable.
El sonido se detuvo.
Entonces me di cuenta de que me encontraba suspendido en la nada, flotando frágil y endeble en el infinito ciego y estúpido, pasaron horas, días semanas y años nuevamente…poco a poco sentí como me disolvía en ese vacio hasta convertirme en nada…sentí como caía, caía, caía irremediablemente en el vacio… y de repente, conseguí, sin saber como, asirme de una cornisa. Mis dedos experimentaron un dolor singular al hacerlo, y sentí como corría la sangre por mi antebrazo. Pase mi cuerpo por aquel borde y permanecí tendido un largo rato.
Comencé entonces a escuchar un sonido insidioso y familiar… era el crepitar de la llamas de mi vieja y querida chimenea… tras este golpe de añoranza, sentí que la muerte seria mejor que permanecer eternamente en este campo de soledad y me arroje al vacio del cual acababa de salvarme.
Esta vez sentí como si una fuerza ciclópea me alzara, en vez de caer, y me vi arrastrado a una velocidad superior a cualquier cosa a través del éter cósmico, mas rápido que el sonido o la luz, mas rápido que el pensamiento mismo… m sentí sacudido y golpeado por una corriente cósmica… vislumbre entonces una especie de superficie solida en lo mas alto de ese lugar, rumbo a la cual me dirigía inexorablemente…el choque era inevitable, y a una velocidad suprema, me prepare para la colisión inevitable.
Abrí los ojos entonces, y desperté.
Un sudor frio recorría mi rostro y solo el fuego que se extendía frente a mi logaba disipar mis miedos. Debían ser cerca de las dos de la madrugada. Me levante y fui hacia la ventana mas cercana…contemple por un instante el paisaje dl exterior, pero al encontrarlo tan horriblemente
oscuro preferí correr la cortina y regresar a mi sofá.
Pude fijarme entonces en que el libro que había estado leyendo había resbalado de mis manos mientras dormía. Lo contemple con curiosidad y lo levante del piso.
No pude evitar ni que un escalofrió recorriera mi espalda, ni que una carcajada escapara de mi boca al leer el titulo del viejo y cuidado volumen:
“El Ser y la Nada”
Mis últimos recuerdos me centraban en la ya mencionada biblioteca de mi casa, frente a un apacible fuego y con un libro entre mis dedos. De forma cómica me di cuenta de que era incapaz de recordar al autor o el titulo del libro que sostenía antes de caer en este estado de inexistencia pura.
Recupere el dominio de mi mismo, decidido a encontrar una salida de este lugar, o al menos conseguir desplazarme y hacerme una idea de la situación verdadera en la que me encontraba.
Comprendí que necesitaba saber si este “lugar” era finito o infinito, si era todo lineal o estaba constituido por desniveles o cualquier otro rasgo que le diera un sentido más normal para mí.
Recuerdo que cuando comencé a desplazarme me concentre en mis viejos volúmenes, tratando de encontrar analogías para lo que yo estaba pasando. Recordé la Comedia de Alighieri y pensé en el Torbellino del Tercer Circulo del Infierno. Pensé también en el Descenso del maelström de Poe, y pensé también que estos dos eran preferibles al vacio total. Esta carencia total de sentido, forma y aun mas, de esperanza, eran insoportables.
Hubo entonces súbitamente una alteración en la estructura del lugar. Primero sobrevino un temblor, y por unos instantes temí que la superficie donde me encontraba se desplomara. No habiendo terminado este pensamiento, una grieta vino a fracturar el terreno, por donde caí hasta sentir una ráfaga sulfurosa en el rostro, la cual tomo una fuerza demoniaca hasta que me di cuenta de que ahora yo me hallaba dentro del Torbellino. Los minutos y las horas parecieron sucederse de manera indiferente hasta que me vi sumergido en la inconsciencia.
Cuando volví a abrir los ojos, el viento se había detenido y me encontraba de nuevo en tierra firme. No tenía noción alguna del tiempo, por lo cual daba igual si habían pasado las horas los días o los siglos en aquel vacio. Por vez tercera mi mente volvió a mi biblioteca, esta vez a temas mas recientes sobre la relación espacio-tiempo de Einstein… y esa endemoniada pregunta… ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
Como respuesta a mi pregunta, a una gran distancia apareció de la nada un enorme péndulo hecho de lo que parecía ser Ónice, que comenzó a ondear de izquierda a derecha con un Tic-tac incesante que pronto se convirtió en un tormento para mis oídos. Los segundos se sucedían eternos…comencé a contar, presa de una especie de locura…uno, dos, tres, cuatro, cinco, diez, veinte, cincuenta, cien, doscientos, quinientos, mil, dos mil, cinco mil… debo de haber perdido la cuenta cerca de este punto, pues pronto aquel sonido, aquel golpeteo de ese péndulo insoportable se convirtió en algo tan monstruoso que no poda tolerarlo mas, esa vez sentí que prefería la nada a el paso inexorable de la eternidad en esa nada, tal vez el hallarme suspendido eternamente en esa negrura, pero inconsciente e ignorante de esto, podría ser mas tolerable.
El sonido se detuvo.
Entonces me di cuenta de que me encontraba suspendido en la nada, flotando frágil y endeble en el infinito ciego y estúpido, pasaron horas, días semanas y años nuevamente…poco a poco sentí como me disolvía en ese vacio hasta convertirme en nada…sentí como caía, caía, caía irremediablemente en el vacio… y de repente, conseguí, sin saber como, asirme de una cornisa. Mis dedos experimentaron un dolor singular al hacerlo, y sentí como corría la sangre por mi antebrazo. Pase mi cuerpo por aquel borde y permanecí tendido un largo rato.
Comencé entonces a escuchar un sonido insidioso y familiar… era el crepitar de la llamas de mi vieja y querida chimenea… tras este golpe de añoranza, sentí que la muerte seria mejor que permanecer eternamente en este campo de soledad y me arroje al vacio del cual acababa de salvarme.
Esta vez sentí como si una fuerza ciclópea me alzara, en vez de caer, y me vi arrastrado a una velocidad superior a cualquier cosa a través del éter cósmico, mas rápido que el sonido o la luz, mas rápido que el pensamiento mismo… m sentí sacudido y golpeado por una corriente cósmica… vislumbre entonces una especie de superficie solida en lo mas alto de ese lugar, rumbo a la cual me dirigía inexorablemente…el choque era inevitable, y a una velocidad suprema, me prepare para la colisión inevitable.
Abrí los ojos entonces, y desperté.
Un sudor frio recorría mi rostro y solo el fuego que se extendía frente a mi logaba disipar mis miedos. Debían ser cerca de las dos de la madrugada. Me levante y fui hacia la ventana mas cercana…contemple por un instante el paisaje dl exterior, pero al encontrarlo tan horriblemente
oscuro preferí correr la cortina y regresar a mi sofá.
Pude fijarme entonces en que el libro que había estado leyendo había resbalado de mis manos mientras dormía. Lo contemple con curiosidad y lo levante del piso.
No pude evitar ni que un escalofrió recorriera mi espalda, ni que una carcajada escapara de mi boca al leer el titulo del viejo y cuidado volumen:
“El Ser y la Nada”
Wednesday, June 10, 2009
Vacio (parte 1)
Abrí los ojos.
Todo a mí alrededor se encontraba una negrura impenetrable, un vacio insustancial que se dispersaba y se alzaba hacia todos lados como un rio traído desde la noche primordial. Esta negrura era aun más que eso. Era casi como una presencia, una entidad viviente, infinita y amenazante. Grite con todas mis fuerzas, pero aquel espacio infinito en el cual parecía encontrarme devoro todo sonido.
Solo lograba percibir a través de mis sentidos una especie de superficie en la que me encontraba, aunque no supe si era tierra, mosaico, loza o algún otro material, o si era verdaderamente una superficie, aunque era lo único que me daba soporte en ese vacio infinito.
Temeroso de encontrarme en una plataforma elevada a varios metros (o kilómetros o cualquier distancia) del suelo y de poder dar un paso e falso y precipitarme a la muerte, di un par de pasos cautos hacia adelante, luego a la derecha, después a la izquierda y finalmente hacia atas para regresar a mi punto de origen. De esta manera calcule que al menos contaba con una superficie estable, al menos en apariencia.
Hasta ese momento no tenía una conciencia de mi posición en aquel lugar, al darme cuenta de que llevaba un buen tiempo de pie, decidí sentarme a meditar mi situación. Mi mente comenzó a divagar sobre la naturaleza de aquel lugar. Mi primer pensamiento fue el de haberme sumergido de alguna forma insospechada en la No-existencia, y tras este nefasto pensamiento, se abrió paso un torbellino de ideas en mi cabeza, las cuales nacían y morían a una velocidad prodigiosa, tanto que a veces ni siquiera llegaba a razonarlas antes de que cayesen en el olvido total.
Tal vez yo me encontraba en el olvido total.
Pronto comencé a divagar sobre los autores que eran atesorados en los libros de mi biblioteca y llegue a recordar un párrafo que ahora se me presentaba de una forma terrible:
“existe una sola noción peor que la ceguera:
Es la de estar consiente de que puedes ver
Perfectamente a tu alrededor…
Pero no existe un mundo para ser visto”
Todo a mí alrededor se encontraba una negrura impenetrable, un vacio insustancial que se dispersaba y se alzaba hacia todos lados como un rio traído desde la noche primordial. Esta negrura era aun más que eso. Era casi como una presencia, una entidad viviente, infinita y amenazante. Grite con todas mis fuerzas, pero aquel espacio infinito en el cual parecía encontrarme devoro todo sonido.
Solo lograba percibir a través de mis sentidos una especie de superficie en la que me encontraba, aunque no supe si era tierra, mosaico, loza o algún otro material, o si era verdaderamente una superficie, aunque era lo único que me daba soporte en ese vacio infinito.
Temeroso de encontrarme en una plataforma elevada a varios metros (o kilómetros o cualquier distancia) del suelo y de poder dar un paso e falso y precipitarme a la muerte, di un par de pasos cautos hacia adelante, luego a la derecha, después a la izquierda y finalmente hacia atas para regresar a mi punto de origen. De esta manera calcule que al menos contaba con una superficie estable, al menos en apariencia.
Hasta ese momento no tenía una conciencia de mi posición en aquel lugar, al darme cuenta de que llevaba un buen tiempo de pie, decidí sentarme a meditar mi situación. Mi mente comenzó a divagar sobre la naturaleza de aquel lugar. Mi primer pensamiento fue el de haberme sumergido de alguna forma insospechada en la No-existencia, y tras este nefasto pensamiento, se abrió paso un torbellino de ideas en mi cabeza, las cuales nacían y morían a una velocidad prodigiosa, tanto que a veces ni siquiera llegaba a razonarlas antes de que cayesen en el olvido total.
Tal vez yo me encontraba en el olvido total.
Pronto comencé a divagar sobre los autores que eran atesorados en los libros de mi biblioteca y llegue a recordar un párrafo que ahora se me presentaba de una forma terrible:
“existe una sola noción peor que la ceguera:
Es la de estar consiente de que puedes ver
Perfectamente a tu alrededor…
Pero no existe un mundo para ser visto”
Friday, June 5, 2009
Cuento de una Luciernaga
La pequeña luciérnaga se mueve en el espacio de manera errática y zigzagueante, como en un baile eterno entre ella y el infinito que se alza frente a ella, va de un lado a otro siempre siguiendo con rumbo hacia adelante, como buscando un mundo o un tiempo perdidos e incapaces de ser ubicados.
Su brillo en el vacio infinito es exponencialmente mas grande que el que podría llegar a exhibir en un planeta, amplificado por su desesperada necesidad de buscar, de buscar y encontrar, de encontrar un sentido de pertenencia, de pertenecer a algo eterno y enorme.
Muchos metros adelante, la pequeña luciérnaga es capaz de divisar una serie d puntos divergentes y fluctuantes que se mueven en aquella eternidad ciega y absurda que es el infinito, dándose cuenta de lo que representan para ella, acelera el paso ansiosa y a la ves temerosa de alcanzar a estos otros puntos luminiscentes que, al igual que ella, vagan en la eternidad.
Avanza cada vez más rápido y más segura, hasta que el movimiento de sus diminutas alas se torna en una sombra difusa y el brillo que expide capta al fin la atención de las luces que se ubican mas adelante. Estas luces se detienen, ahora moviéndose apenas como si su danza con el espacio infinito se volviera más relajada y calmada con la espera ante la llegada de nuestra luciérnaga. Al fin, el diminuto insecto logra alcanzar a los otros destellos: Mas luciérnagas viajando a través del cosmos.
Ahora que todas se encuentran reunida, sus movimientos se redoblan, se triplican y mas aun, se vuelven mas consistentes, mas frenéticos y mas absurdos que en un inicio, nuestra diminuta luciérnaga encuentra por fin lo que había buscado, así todas y cada una de las demás bailan en el infinito a un solo compas, como un sueño efímero e intangible o un recuerdo borroso y de dudosa veracidad que se alza en la memoria, o un silencio tan delicado y frágil que tal vez pudiera ser quebrantado por el mas nimio e insignificante de los alientos, con el mas poderoso de los rugidos, con el sonido de una lagrima al estrellarse contra el piso, o mejor aun, tal vez el baile estelar que se ve protagonizado por las luciérnagas podría llegar a romperse justo en el momento que cualquiera de nosotros llegase a mirar al cielo y confundiera aquel brillo eterno e intangible que producen esos curiosos lepidópteros con algo insustancial, intangible, inconmensurable e increíble, al cual nosotros damos el nombre de estrellas.
Su brillo en el vacio infinito es exponencialmente mas grande que el que podría llegar a exhibir en un planeta, amplificado por su desesperada necesidad de buscar, de buscar y encontrar, de encontrar un sentido de pertenencia, de pertenecer a algo eterno y enorme.
Muchos metros adelante, la pequeña luciérnaga es capaz de divisar una serie d puntos divergentes y fluctuantes que se mueven en aquella eternidad ciega y absurda que es el infinito, dándose cuenta de lo que representan para ella, acelera el paso ansiosa y a la ves temerosa de alcanzar a estos otros puntos luminiscentes que, al igual que ella, vagan en la eternidad.
Avanza cada vez más rápido y más segura, hasta que el movimiento de sus diminutas alas se torna en una sombra difusa y el brillo que expide capta al fin la atención de las luces que se ubican mas adelante. Estas luces se detienen, ahora moviéndose apenas como si su danza con el espacio infinito se volviera más relajada y calmada con la espera ante la llegada de nuestra luciérnaga. Al fin, el diminuto insecto logra alcanzar a los otros destellos: Mas luciérnagas viajando a través del cosmos.
Ahora que todas se encuentran reunida, sus movimientos se redoblan, se triplican y mas aun, se vuelven mas consistentes, mas frenéticos y mas absurdos que en un inicio, nuestra diminuta luciérnaga encuentra por fin lo que había buscado, así todas y cada una de las demás bailan en el infinito a un solo compas, como un sueño efímero e intangible o un recuerdo borroso y de dudosa veracidad que se alza en la memoria, o un silencio tan delicado y frágil que tal vez pudiera ser quebrantado por el mas nimio e insignificante de los alientos, con el mas poderoso de los rugidos, con el sonido de una lagrima al estrellarse contra el piso, o mejor aun, tal vez el baile estelar que se ve protagonizado por las luciérnagas podría llegar a romperse justo en el momento que cualquiera de nosotros llegase a mirar al cielo y confundiera aquel brillo eterno e intangible que producen esos curiosos lepidópteros con algo insustancial, intangible, inconmensurable e increíble, al cual nosotros damos el nombre de estrellas.
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